lunes, 24 de agosto de 2009

¿Líder o “jefazo”?

Hacer una distinción clara y precisa entre estos dos conceptos, líder y jefe, que tienden a confundirse en el lenguaje común, es de vital importancia para el buen funcionamiento de las organizaciones humanas, cualquiera que sea su naturaleza y el ámbito en que se desenvuelvan.
Y la razón es de peso, pues la diferencia entre los líderes y los jefes (o “jefazos”, como peyorativamente los denomina el experto Anibal Basurto Amparano en su libro Sistema Empresa Inteligente) es radical y efectiva, en cuanto proceden de raíces diferentes y generan efectos diversos.
El “jefazo”, dice Anibal Basurto, los es (radicalmente) por posición dentro de la organización, es decir, porque es el dueño o es el gerente o tiene algún cargo de poder formal o por nombramiento, mientras el líder lo es por autoridad moral, por sus propios méritos, por la influencia benéfica que ejerce sobre sus seguidores.
Puede ser, y en muchas ocasiones lo es, que el líder también tenga una posición formal de poder, que sabe ejercer mejor que nadie para el beneficio de la organización, aunque a veces no tenga ese poder formal.
Basurto Amparano explica, en su libro antes citado, que el “jefazo” ignora lo que significa dirigir, a lo más se límita a mandar.
Hay que apuntar que entre dirigir y mandar existe el abismo del conocimiento: el que dirige sabe cómo se tienen que hacer las cosas y es un apoyo efectivo para el asociado que las tiene que hacer; mientras que al que manda no le importa cómo se hagan, sólo espera resultados, sin poner nada de su parte para que se cumplan los objetivos señalados.
En contraposición, dice Basurto Amparano, el líder es guía de su equipo, aguanta con paciencia el proceso de aprendizaje de sus seguidores, es en realidad un maestro, más precisamente, un líder maestro.

Trato y relación
Otra diferencia fundamental entre el líder y el “jefazo” que analiza Anibal Basurto, está en el trato y las relaciones humanas que entablan con su equipo de trabajo.
El líder es sencillo, gentil, pronto, de gran aproximación con las personas, en base a una autoestima sana, gracias a un cierto nivel de sabiduria que ha ganado con todo el conocimiento acumulado solícitamente a lo largo de su vida, mientras el “jefazo” es frecuentemente un ignorante del comportamiento humano, lo que lo vuelve un insensible, déspota y soberbio con sus subordinados.
El “jefazo” tiene problemas de autoestima que manifiesta pintando su raya al exigir respeto exagerado, y además se mantiene distante de los colaboradores para evitar que vean sus lados flacos, por miedo a perder su “poder”.
Con el líder, el trato es fino, suave, es fácil hacerle ver cuando se equivoca, porque es humilde, conocedor de la naturaleza humana y no se hace ilusiones de ser perfecto, mientras que con el “jefazo”, para el subordinado es punto menos que imposible hacerle ver sus yerros, aunque el “jefazo” también tiene un trato suave y fino, pero sólo con sus jefes, con quien es todo miel sobre ojuelas, nunca con los subalternos, para quienes reservan la bota de punta dura.

Servicio y clientes
Para el líder, la frase “el cliente es lo más importante”, no es demagogia, es la realidad en que enmarca toda su operación y por lo tanto trabaja para compartir este paradigma con sus colaboradores y para orientar a toda la organización hacia esta brillante meta de servir al cliente, al que ve como persona, no sólo como ganancias.
Para el “jefazo”, la palabra servir sólo tiene sentido si sirve a sus “jefazos” servilmente o si el mismo se sirve con la cuchara grande, en cualquier otro contexto carece de significado, además de que para él, el cliente es sólo un ser orgánico animado que es muy latoso, que le quita tiempo y sólo le da dolores de cabeza.

Visión y trascendencia
Anibal Basurto especifica que mientras el “jefazo” vive enfrascado en el hoy, el líder tiene una visión de futuro.
El “jefazo” frecuentemente se embota con la operación cuando ha llegado a su nivel de incompetencia y por ello necesita desesperadamente demostrar que hace algo, por eso su relación con los subordinados se basa en medir, supervisar, exigir; por su misma ignorancia, no comprende el futuro.
Mientras, el líder usa el futuro como motor de la organización, de manera que todo lo que emprende tiene una finalidad hacia delante y la operación tiene como fundamento los valores, el conocimiento, las habilidades y las actitudes que va desarrollando en sus seguidores, por lo que sus relaciones con ellos están basadas en el crecimiento personal que van logrando.
Para el “jefazo”, trascendencia es una palabra hueca y podríamos pensar que hasta de carácter esotérico, cuyo significado se le escapa, mientras que el líder hace que su visión trascienda a través de sus enseñanzas e incluso la hace ir más allá del límite de su propia vida.Resulta entonces que “jefazos” y líderes son dos especies distintas, que se diferencian por sus fines y sus acciones, aun cuando conviven en el mismo tiempo y a veces en el mismo espacio. Falta ahora saber si quienes comandan nuestras organizaciones son viles “jefazos” o auténticos líderes. Ustedes juzguen.

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