jueves, 12 de junio de 2014

Joven sé auténtico

Editorial de febrero de 2014 en revista Amiga:

Sin duda la juventud es la más bella época del ser humano, porque está plena de posibilidades, porque nos proyectamos para ser hacia cualquier dirección que decidamos, porque es, en cierta forma, el inicio del propio camino.
La juventud está llena de esperanza natural, porque tiene poco pasado y mucho futuro, porque está llena de energía, que nos llena de una tensión suelta y tirante a la vez, de ligereza y elasticidad, de un frescura propia de un corazón fuerte, con una alegría elástica, con una despreocupada valentía confiada, como dice el filósofo alemán Josef Pieper.
Sin embargo, como la juventud se vincula a la energía natural del hombre, junto con la energía, se agosta la juventud y la esperanza, cuando no existe un sentido de trascendencia, sobre el que debe fundarse la auténtica esperanza y la auténtica juventud.
Entonces, juventud y esperanza van engarzadas, como el diamante sobre la argolla y sólo la esperanza genuina, que tiene como fin la eternidad, puede garantizar que la piedra sobre el metal sea un genuino diamante.
En otras palabras, sólo la esperanza auténtica puede generar la “eterna juventud” que buscamos por todos lados, porque al ofrecer al ser humano “tanto futuro”, el pasado de la más larga vida aparece como “poco pasado”.
Por eso, la juventud del hombre que tiende hacia la vida eterna es absolutamente indestructible, inaccesible a la vejez y la desilusión, aunque pasen los años, según aquello de San Pablo: “Mientras nuestro hombre exterior se corrompe, nuestro hombre interior se renueva de día en día” (1 Cor. 4, 16).
En nuestra época se exalta siempre y por todos lados la juventud, pero se ha abandonado la auténtica esperanza, con lo que en realidad vivimos en una época decrépita, que se consume con el flujo del tiempo, donde el hombre exterior se corrompe irremediablemente sin el contrapeso del hombre interior que se renueve, es una época vencida por la caducidad del tiempo y por ende es una época desesperanzada.
Afortunadamente, mientras hay vida hay tiempo y podemos corregir nuestro rumbo, tomar conciencia de que somos seres para la eternidad, nutriendo así nuestra juventud interior, porque al final de cuentas, como dicen los viejos: “el cuero es el que se arruga, el alma no envejece”.
Busquemos la auténtica esperanza para ser jóvenes auténticos.

Mujer sé auténtica

Otra editorial de Revista Amiga, esta del mes de enero de 2014:

Hoy como nunca, la sociedad necesita de mujeres auténticas, congruentes con su naturaleza y con su pensamiento, que sean, no sólo fuente de inspiración, sino cómplices (co-operadoras) en la construcción del futuro mismo de la sociedad.
En un escrito anterior (Editorial “Sé feliz, sé autentica” del mes de octubre de 2013) señalábamos que la
autenticidad tiene que ver con la verdad, con ajustar nuestras acciones a nuestros pensamientos esclarecidos por valores auténticos. Hoy queremos enfatizar que la autenticidad también tiene que ver con ajustar nuestros pensamientos y acciones con lo que somos, con nuestra naturaleza, con nuestra esencia como personas.
La igualdad entre hombre y mujer está en nuestra esencia como personas, sin embargo es evidente que hay diferencias funcionales, orgánicas y psicológicas, que implican una distinción de complementariedad, de tal manera que la igualdad entre ambos sexos no es absoluta, como tampoco su diferencia es de oposición absoluta. Somos iguales pero diferentes y por ello complementarios.
Como mujeres, debemos entender que nuestra naturaleza nos concede prerrogativas, que a los hombres no; esos privilegios a su vez demandan respuestas específicas que nos corresponden inevitablemente. El ejemplo más obvio de esto es la maternidad.
En nuestra sociedad de consumo, en la que producir económicamente es condición casi de supervivencia, el papel de ser madre se ha visto minimizado, si no es que francamente desplazado por otros roles, como el de ser profesionistas o empresarias, con lo cual la mujer se tiene que desdoblar en muchas actividades.
Afortunadamente la capacidad intelectual y la fortaleza propias de la mujer le permiten en muchos casos asumir con éxito estos retos, pero en muchos casos más la renuncia forzada o voluntaria de la mujer a su papel de madre y educadora ha significado la decadencia de la institución familiar. La responsabilidad es compartida entre hombres y mujeres, los dos forman parte de la ecuación y si uno de los dos abandona, la familia sufre por igual.
En nuestra opinión, el papel de madres es el rol fundamental de la mujer, aunque no el único. Es fundamental porque es el fundamento, la base sólida sobre la que debe construirse una sociedad fuerte. La especie sólo puede sobrevivir por las mujeres que se entregan a ser madres y la mujer alcanza plenitud y es congruente con su naturaleza sólo cuando asume su compromiso como madre.
En esta edición presentamos a un grupo de mujeres que han logrado equilibrar todos sus roles con éxito, siendo congruentes con sus valores y su naturaleza, siendo auténticas.

Vive una auténtica Navidad

Tardío, pero el mensaje es válido en cualquier época del año... este escrito también se publicó en Revista Amiga de diciembre de 2013:

“Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”

Navidad significa literalmente nacimiento (del latín natívitas) y nos recuerda el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, siendo así, junto con Semana Santa, una de las fiestas más importantes del año para nosotros.
Sin embargo, la modernidad se ha encargado de vaciar de su contenido más profundo a esta celebración cristiana para volverla a su vieja significación pagana y así vemos una Navidad donde se celebra a todos y a todo, menos a Nuestro Señor Jesucristo; vemos una fiesta llena de símbolos paganos, como los pinos, las esferas, las luces, las estrellas, con excesos que parecen verdaderos bacanales, sumamente mercantilizada, cuyo centro es hacer compras para regalar a la familia y a los amigos cosas materiales.
Y en contraste vemos cada vez más relegado el Niño Dios, a la Virgen, a San José, al pesebre, a los pastores, a los ángeles y, en suma, al auténtico espíritu cristiano, que no debe reducirse a sólo dar cosas materiales.
La Navidad es una fiesta religiosa, es decir, es una celebración que debe recordarnos nuestra relación con Dios y sólo desde este punto de vista podemos captar su auténtico sentido.
El nacimiento de Jesucristo, Dios y hombre verdadero, es el evento más significativo de la historia humana, tanto así que en el calendario marca un antes y un después. Y no es sólo un evento histórico, reconocido incluso por los detractores, sino que es un evento que nos afecta personalmente a todos y cada uno de los seres humanos, a los que han existido, a los que existen y a los que existirán hasta el fin de la historia, sean o no creyentes.
Jesucristo es la imagen de Dios invisible, primogénito de la creación, pues por Él fueron creadas todas las cosas, en atención a Él mismo y Él se encargó de reconciliar la creación con su creador, restableciendo la paz entre Dios y los hombre por medio de la sangre que derramó en la cruz (Colosenses 1:15-20). Luego, su nacimiento es ante todo una prenda de paz para los hombres y mujeres de buena voluntad.
El nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo es un don para nosotros y es al mismo tiempo una lección que nos enseña que no basta con dar cosas materiales, sino que es necesario darnos nosotros mismos a los demás. ¿Qué cosa más valiosa tenemos para dar a nuestra familia y a nuestros amigos que nosotros mismos? Claro que una dadiva así requiere de valentía, de nobleza, de generosidad, pero sobretodo requiere de auténtica caridad, de verdadero amor a Dios y a nuestro prójimo y para eso nació Cristo, para darnos ejemplo de cómo debemos amar.
Eso es lo que debemos celebrar cada Navidad y ese el auténtico espíritu que nos debe animar, no sólo en Navidad, sino siempre, en cada instante de nuestra vida.

Vive Feliz, Sé Auténtico

Este escrito fue originalmente elaborado para ser editorial de la Revista Amiga, publicado en octubre de 2013:

De acuerdo al diccionario, el adjetivo calificativo auténtico tiene varias acepciones, todas relacionadas con la verdad, que representa la concordancia de lo que pensamos con lo que es real y así, por ejemplo, decimos que un bolso es auténtico cuando realmente fue fabricado por la empresa propietaria de la marca que ostenta y que representa la idea que tenemos de un bolso de esa marca.
¿Lo mismo se puede decir de una persona? En cierto sentido. La persona se nos muestra como auténtica cuando sus acciones se corresponden con sus valores, en otras palabras, cuando sus virtudes (valores vividos) son congruentes con sus valores (ideas de lo que es bueno). Si piensas o dices que la alimentación es importante para la salud, pero desarrollas malos hábitos alimenticios, entonces no eres auténtica, porque lo que piensas no se corresponde con lo que haces; en este caso, la idea y la realidad se repelen.
Ahora bien, hay que entender que en la actualidad se difunden disvalores o contravalores como si fueran auténticos valores, por ejemplo el placer por el placer mismo, la ambición ilimitada, el hartazgo de bienes materiales o la rebeldía habitual, sin sentido, por mencionar algunos.
Ser auténtico puede llevarnos a ser felices, siempre y cuando nuestros valores sean realmente valores que nos pongan en posesión del bien, ya que la felicidad es la posesión del bien. En otras palabras, ser auténtico sólo nos hace felices si obramos el bien para nosotros y para quienes nos rodean. El bien es el perfeccionamiento del ser, nuestro o de los demás. En este sentido, la felicidad personal depende enteramente de nosotros, de nuestras acciones para ser mejores y para ayudar a los demás a ser mejores personas.
Ahora bien, cuando la autenticidad se limita a lo superfluo, a la apariencia, a los bienes materiales, la felicidad que nos puede brindar es sumamente fugaz, pues estos bienes materiales son perecederos y la felicidad que se acaba no es felicidad auténtica.
Sin embargo, en medio de la caducidad de los seres que nos rodean, podemos seguir siendo auténticas, congruentes con nuestros valores, hacedoras del bien y por lo tanto personas felices, a pesar de los retos que siempre estarán presentes.
Ahora bien, la felicidad es una meta que constantemente podemos alcanzar si obramos el bien consciente y libremente, si nuestros valores son realmente valores y somos auténticos, fieles a esos valores.
Vivamos felices, seamos auténticos.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Empresas Inteligentes para la nueva economía basada en el conocimiento


“Creemos que la empresa regional y nacional, más que una mejora, necesita una transformación, en base a una nueva metodología de trabajo” Aníbal Basurto Amparano

La empresa regional y nacional, más que una mejora, necesita una transformación, en base a una metodología de trabajo nueva y que la gente sea capacitada de acuerdo a la nueva realidad de la economía basada en el conocimiento,  y llevando la tecnología como parte sustantiva del negocio, no sólo como una herramienta, advirtió Aníbal Basurto Amparano.
El Director de Empresa Inteligente Asociación compartió con Revista Stratego los conceptos fundamentales que dan sustento a esta organización conformada por tres entidades y que tiene como objetivo principal ayudar a mejorar la competitividad de las empresas sonorenses y mexicanas en general.
Basurto Amparano explicó que el Instituto Empresa Inteligente (ISEI) forma parte de  Empresa Inteligente Asociación y nace de la firme convicción de que nos encontramos en el trasiego de la era industrial a la era del conocimiento.
Señaló que en la era industrial, los elementos más importantes para crear riqueza eran la tierra, el trabajo y el capital, mientras que en era del conocimiento que cada día se hace más presente, los factores en los que se basa la riqueza son precisamente el conocimiento, la tecnología y la habilidad empresarial.
Un grupo de empresarios, académicos, investigadores, líderes sindicales y directores de empresas públicas y privadas, encabezados por Aníbal Basurto Amparano, ante esta nueva realidad decidieron formar lo que hoy es Empresa Inteligente Asociación, para hacer frente al bajo desempeño en la competitividad mexicana.

Cambio de paradigmas
Para cambiar las organizaciones, se necesita trabajar en los tres factores de referencia, para lo cual se crearon tres entidades: Instituto Empresa Inteligente, para generar el conocimiento; el Centro de Desarrollo Tecnológico para desarrollar tecnología académica y empresarial  y el Bufete Empresa Inteligente para mejorar las habilidades empresariales. Estas tres entidades en su conjunto, dan vida a Empresa Inteligente Asociación, puntualizó su Director.
“Creemos que la empresa regional y nacional, más que una mejora, necesita una transformación, en base a una metodología de trabajo nueva y que la gente que la integra, sea capacitada de acuerdo a la nueva realidad de una economía basada en el conocimiento y llevando la tecnología como parte sustantiva del negocio, no sólo como una herramienta”, afirmó.
“La metodología, la generamos a través del Bufete Empresa Inteligente;  la formación del capital humano, a través del Instituto Empresa Inteligente, y la aplicación de tecnología, a través del Centro de Desarrollo Tecnológico”.
Basurto Amparano comentó que “no lanzamos una empresa a ver que sale; nuestra empresa nace con fundamentos filosóficos muy firmes en torno al cambio de paradigma de la nueva era del conocimiento. Vemos una gran oportunidad en ayudar a los empresarios mexicanos a entender este cambio de paradigma y que sepa como operarlo, porque allá afuera el mundo se está haciendo pedazos, hay enormes cambios y en la mayoría de nuestras empresas, pareciera que está pasando nada, pues se mantiene todo estático”.
Explicó que en términos de conocimiento, se trata de que los encargados de los negocios se den cuenta de cómo se debe operar una empresa basada en el conocimiento, de cómo se redefine el liderazgo y los procesos, cómo se conduce un cliente en la nueva economía, cómo funciona la competencia y la preparación que debe recibir la gente en el ambiente del siglo XXI.

La metodología
En base a la experiencia generada a través del Bufete Empresa Inteligente, señaló Aníbal Basurto, han descubierto que hay cuatro principios fundamentales para lograr la transformación de las organizaciones actuales:
“Primero, tenemos que transitar de empresas enfocadas a satisfacer al “jefe” a organizaciones realmente centradas en el cliente.
“Segundo, tenemos que pasar del concepto de empleado a empresas centradas en la persona.
“Tercero, la transformación implica cambiar el enfoque de empresas basadas en puestos a empresas basadas en los procesos.
“Y, cuarto, transitar de empresas que trabajan en base a funciones a organizaciones que trabajan en base a verdaderos resultados.
“En cuanto a la tecnología, ya lo decíamos antes, este recurso no debe ser visto solamente como una herramienta, sino que debe pasar a formar parte estratégica del negocio”.
Y la diferencia es la siguiente: Cuando se le considera sólo como herramienta, la tecnología sirve para eficientar, hacer más efectivo y eficiente, lo que quizás se debiera cambiar o eliminar, como la supervisión que no agrega valor a los procesos o cuando se usa la tecnología para llevar una contabilidad incorrecta, por ejemplo. Los errores se maximizan cuando la tecnología se usa sólo como herramienta, advierte el entrevistado.
Pero cuando la tecnología es parte de la estrategia de negocios, ésta sirve para estar más cerca del cliente, para que su área de influencia como líder llegue a más espacios, para que los procesos sean más efectivos, eficaces y eficientes; para tener más información con respecto a  clientes y en suma para tener mejores resultados de negocios, explica.
El Instituto Empresa Inteligente (ISEI) nace por tres razones fundamentales:
1º porque no encontramos ninguna institución académica a nivel regional ó nacional que esté enfocada al 100% al aspecto empresarial.
2º porque, cuando el joven ingresa al sector productivo pareciera que se muere, porque no hay nada para él. Si bien le va, a lo mejor la empresa le da un curso, pero nada formal que le ayude a seguirse superando de manera sustentable.
Como grupo, Empresa Inteligente Asociación tiene la gran ventaja de que por un lado es un despacho de consultores empresariales que vive la realidad de las empresas todos los días y por el otro, es un instituto empresarial, es decir, se nutre de un área a otra de la problemática que ve todos los días; nutre sus planes de estudios en base a las realidades empresariales que se dan en la cotidianeidad de la operación de su actividad en la consultoría de negocios: “Hemos logrado sintetizar el mundo académico con el mundo empresarial”, advierte Basurto Amparano.
3º Finalmente nuestro instituto nace porque nosotros buscamos mucho una institución que presentará un enfoque acorde a la nueva realidad de la economía basada en el conocimiento y simplemente, no encontramos ninguna.
Por los tres puntos mencionados, se creó este instituto cien por ciento empresarial, el cuál cuenta debidamente, con los Reconocimientos de Validez Oficial (Revoes) de cada una de sus propuestas académicas,” mencionó el entrevistado.
“La propuesta de valor más grande del ISEI es que es el primer esfuerzo en México para formar a colaboradores, empresarios y directivos con el enfoque de la nueva economía basada en el conocimiento”, señala.

La oferta académica
El perfil de las carreras de ISEI, es cien por ciento empresarial. “Si queremos que las empresas sonorenses y las mexicanas en general, se incorporen de lleno en la ruta de la competitividad, debemos atender a cuatro grupos de interés: Los que dirigen las empresas, los trabajadores, los líderes sindicales y los encargados de la capacitación”.
Para cada grupo, el ISEI tiene una oferta académica: para los directivos, la Maestría en Dirección de Organizaciones del Conocimiento (MDOC); para los trabajadores, una carrera técnica que se llama Oficial Profesional; para los líderes sindicales, la Maestría en Liderazgo Social y para los encargados de la capacitación, la Maestría en Consultoría Interna y Externa.
De éstas, la primera para abrir brecha es la Maestría en Dirección de Organizaciones del Conocimiento, porque es la que empieza con los directivos, la cual fuediseñada para emprendedores, para empresarios y para directivos de las empresas.
El objetivo sustantivo de esta Maestría es formar al director de negocios, o sea al emprendedor como director de negocios, al empresario como director de negocios, y al directivo como director de negocios, ubicándolos en el pensamiento y en la acción de la nueva economía basada en el conocimiento, apunta Aníbal Basurto.
La MDOC no es una maestría típica académica como las que ofrecen instituciones educativas que siguen ancladas en la vieja economía basada en los fierros, cuyas propuestas educativas se basan en la historia de la administración. Esta maestría es cien por ciento empresarial, nuestros maestros no son académicos, son empresarios o son consultores de negocios, es cien por ciento práctica.

Si no tienes tiempo esta maestría es para ti
Se trata de que los aprendices (maestrantes) aprendan cosas hoy que puedan aplicar mañana, se trata de una maestría para gente que no tiene tiempo. “Si eres empresario o directivo y no  tienes tiempo es porque estás haciendo mal las cosas, luego, necesitas ayuda, porque estás operando el negocio, no lo estás dirigiendo y entonces, necesitas formarte como director de negocios, que es el objetivo sustantivo de la Maestría”.
“La MDOC tiene una duración de un año tres meses y los grupos de aprendices se forman en las propias empresas, y si tienes que viajar puedes ver la clase en nuestro canal de tv ó en tu teléfono celular; no hay uso de interminables libros porque es muy rápida la clase. Insisto, es  para gente que no tiene tiempo”.
El formato de la Maestría es por videoconferencia (presencial a distancia), apoyada en una dinámica plataforma educativa, lo que permite contar con grupos muy ricos en cuanto a su experiencia, pues nuestros más de 200 participantes entre egresados y en activo provienen de todos los giros empresariales; nuestros maestros e invitados son locales y de otras partes del mundo: de Chile, de España, de Silicon Valley, de San Antonio, de Phoenix, de Puebla, del DF, etc.
Por destacar algunas de las personas o empresas que han participado o están participando en nuestros programas,  podemos mencionar al Dr. Roberto Zambrano, del Rancho el 17; Héctor Acuña, de Dicanosa; Arturo López Rea, del Proveedor del Herrero; Javier Laborín, de Paper Plus; Héctor Díaz Galaviz, de Sonora Naturals; así como directivos de empresas como Molino La Fama, Transportes Pitic, Dairy Queen, Aquafim y 80 empresas más.
“Hoy se empieza a escribir sobre la era del conocimiento, pero nosotros hace 15 años que trabajamos en un sistema de trabajo completo en el que hemos empaquetado muchas horas de investigación y aprendizaje, sintetizadas en esta Maestría para los empresarios y directivos y la idea es compartirlo en el ISEI; queremos compartir esta persistencia, con quienes quieran tener de primera mano, los resultados de uno de los esfuerzos más consistentes que se han hecho en todo el mundo, para entender y dirigir una empresa de la nueva economía basada en el conocimiento”, concluyó Aníbal Basurto Amparano.

¿Qué nos motiva?


Todo agente obra por un fin, esta es la verdad ontológica que explica fundamentalmente la motivación humana.
En términos filosóficos, el fin o la finalidad es lo primero que el agente determina, aunque es lo último que consigue o logra, en otras palabras, nos mueve a actuar lo que hemos fijado como meta de nuestra acción.
En términos del multinivel, primero hay que soñar, para alimentar nuestra acción que nos lleve a convertir esos sueños en realidad.
En términos financieros, primero hay que determinar el nivel de rentabilidad y la utilidad, para establecer las estrategias empresariales que nos den las ganancias que deseamos.
Y así, la forma de decir la misma verdad se puede multiplicar a la “n” de acuerdo al quehacer que nos ocupe, sin embargo subyace el hecho de que es el fin el que determina qué hay que hacer.
Ahora bien, siendo el hombre un ser contingente, limitado en el tiempo y en el espacio, su finalidad, sin embargo, es extratemporal, de cierta manera es infinita, eterna. Y la razón está en que el hombre se constituye de cuerpo y espíritu, lo que lo eleva sobre la mera finalidad material.
En otras palabras, lo que mueve al hombre no es el mero deseo de cosas limitadas y caducas, sino que primordialmente es motivado por el ser, por el bien, por la verdad, por la unidad, por la belleza, donde quiera que estos principios sean identificados.
Más que alimento, el hombre busca permanecer en el ser; más que reconocimiento, el hombre busca hacer el bien; más que realización personal, el hombre busca la verdad; la necesidad de seguridad es un reflejo de la necesidad de unidad, de armonía; su afán de trascender es su necesidad de ser plenamente.
Me parece que los sistemas que explican la motivación, como la piramide de Maslow y los otros que ampliamente se exponen en esta edición de Stratego, reflejan diferentes tipos de bienes que motivan a la persona a obrar. Pero notemos que se trata de bienes, con lo cual queda en pie nuestro argumento: lo que nos motiva es el ser, el bien, la verdad, la belleza.
Aún así, es útil entender los diferentes sistemas prácticos que se han ido generando para tratar de entender que bienes pueden jugar el papel de fines para en base a ello establecer mecanismo de motivación para las personas, sin perder de vista que el ser humano en su libertad está determinado hacia el bien, es decir, aunque desde el punto de vista intelectual puede equivocarse en cuanto a qué es el bien, su voluntad siempre estará queriendo el bien. En todo lo que hacemos buscamos el bien, aunque en la práctica obremos el mal, por error o por vicio. 

Calidad y perfección


La calidad es una palabra de moda en nuestros días, y según los expertos se trata de una herramienta para evaluar las características de los productos y servicios que hay disponibles en el mercado.
Desde mi punto de vista, habría que equiparar a la calidad con la perfección que el producto o servicio debe tener de acuerdo a la finalidad atribuida por el creador del mismo o a la finalidad que el usuario quiere darle.
Es decir, cuando buscamos calidad, en realidad buscamos seres con mayor perfección de acuerdo a un modelo mental que nos hemos impuesto; a mayor perfección, mayor calidad.
Hay que destacar que la calidad equiparada a la perfección va directamente unida a la finalidad, objetivamente al propósito con que se diseña un producto o servicio y subjetivamente a la finalidad que busca el cliente. Si el objeto cumple perfectamente el fin para el que se ideo y el fin que busca quien lo usa, entonces sin duda es un objeto de calidad.
En la medida que un producto o servicio se aleja del fin designado para él, en esa medida se vuelve mediocre o de mala calidad.
La calidad es un tema complejo porque se refiere al ser de los objetos, que entre más simples son más perfectos, de ahí que la multiplicidad de características exija el desarrollo de sistemas cada vez más complicados para medir y asegurar la calidad de las obras humanas.
Ahora bien, en el mundo empresarial, la calidad de las organizaciones tiene varias vertientes, entre las cuales la principal es la que se refiere al liderazgo, pues ahí comienza toda la historia del perfeccionamiento de la empresa, ya que este factor es el que da la pauta para tener personal de calidad, que a su vez se encarga de generar productos o servicios de calidad.
En otras palabras, la calidad del producto depende causalmente de la calidad de los recursos humanos que a su vez dependen de la calidad del liderazgo.
Quizás parezca verdad de Perogrullo, pero si los clientes están inconformes con la calidad de los productos o servicios de una organización, antes de que los líderes la tomen contra el personal, tendrían que hacer un serio examen de conciencia para saber en que aspecto de su liderazgo carecen de calidad.
Un sistema no es suficiente para asegurar la calidad de los productos o servicios, que irremediablemente pasan por las manos de personas que son susceptibles de mayor o menor calidad.
El éxito de las franquicias y las empresas tradicionales de calidad, radica en el liderazgo de quienes hace que se ejecuten los sistemas.
La calidad es un anhelo profundamente humano, en tanto que somos seres inacabados que vivimos de cara a una perfección que nos llama desde las eternas riberas, no es de extrañar que estemos dispuestos a pagar y muy bien por ella.

viernes, 7 de octubre de 2011

Inteligencia y voluntad = Actitud

La forma como nos enfrentamos a la realidad depende en principio de dos constituyentes de la persona humana: radicalmente de su inteligencia y definitivamente de su voluntad. A esa manera o estilo de enfrentar lo que nos rodea, nos sucede o nos acontece, es a lo que llamamos la actitud, que viene siendo a su vez un hábito.
La actitud puede ser positiva o negativa, ya que la influyen por una parte los conocimientos, verdaderos o falsos, y por otra la fortaleza o debilidad de la voluntad. Por ser un hábito, puede ser una virtud (actitud positiva) o un vicio (actitud negativa) que puede ser adquirido.
Una inteligencia sana, iluminada por conocimientos verdaderos, aunada a una voluntad firme, es el fundamento sólido para desarrollar una actitud positiva, ganadora, sin triunfalismos ni ingenuidades.
Los promotores profesionales de la actitud positiva hacen siempre énfasis en las creencias positivas como lo primero que hay que obtener para lograr una actitud ganadora, lo cual es correcto, pues a partir de la información de que disponemos podemos modelar nuestra forma de responder a los estímulos externos e internos, sin embargo quiero destacar que no podemos dejar de lado, por creer que se sobrentiende, el papel de la voluntad, que es la facultad espiritual que en última instancia nos sitúa ante la realidad en un plano superior o en uno inferior.
En otras palabras, depende de mi libertad, que es el ejercicio de mi voluntad, si quiero o no quiero tener actitud positiva; yo puedo decidir si a pesar a de carecer de conocimientos, asumo un actitud positiva, o si a pesar de tener grandes conocimientos asumo una actitud negativa.
Nuestras creencias, es decir, el acervo de conocimientos sensibles e intelectuales, definen en mucho nuestra actitud, pero ésta sólo se encarna en nosotros gracias al ejercicio de nuestra voluntad, de donde se siguen dos presupuestos básicos para lograr una actitud positiva: el cultivo de nuestra inteligencia con conocimientos sensibles e intelectuales positivos (ya que también existen creencia limitadoras o negativas) y el entrenamiento de nuestra voluntad para generar el buen hábito de la actitud positiva.
Dice nuestro experto Ramón Osuna que la actitud lo es todo, y esto lo entiendo en el sentido de que toda la realidad nos demanda una postura, una forma de ser, pues ante nuestra radical apertura, ya que somos seres abiertos a la realidad, ésta nos golpea a cada instante y no nos podemos sustraer a ella, y aun cuando encontremos maneras de enajenarnos (como el cine o los casinos) la realidad es terca y nos atenaza por todos lados, y la única defensa que tenemos es nuestra actitud frente a ella.
En fin, los invito a leer nuestro tema de portada que nos da algunos consejos para fomentar la actitud positiva, y también el artículo de nuestra colaboradora Nancy Hernández que nos habla sobre el proceso de toma de decisiones, con el que ejercitamos precisamente nuestra voluntad.
Espero que esta edición sea de su agrado y nos recomiende con sus amigos y compañeros. Nos vemos en la siguiente edición, Dios mediante.

jueves, 6 de octubre de 2011

Sed perfectos

¿Aspirar a la perfección es una ilusión o es una verdadera obligación? Naturalmente tendemos a la perfección, no somos perfectos, sino perfectibles, pero nuestra radical orientación hacia lo perfecto (lo pleno, lo acabado) es el riel sobre el que corre nuestra realidad, es el fundamento sobre el que se levanta nuestra sociedad y el faro que nos sirve de referencia para medirnos y medir a los demás, y así hablamos de padres perfectos, perfectos empresarios, perfectas obras de arte, perfecto padre de familia, perfecto político, perfecto estudiante, etc.
Es evidente que la perfección realizada en los distintos seres de la que hablamos es relativa a una perfección ideal que nos sirve de modelo, aun cuando no estemos conscientes de ella. Esta es la razón por la que la publicidad aspiracional rinde tan buenos dividendos y es tan socorrida, porque nos muestra sujetos que aparentan cierta perfección que es deseable, que nos jala naturalmente.
Los productos y servicios tienen calidad en la medida que logran cierta perfección que los hace apetecibles al ser humano, igualmente las personas son exitosas en la medida que logran su propia perfección. Y no me refiero aquí al éxito económico, sino al éxito como persona, que se logra en la medida que la persona humana logra desarrollar plenamente su potencial.
Recientemente escuche a un filósofo argentino disertar sobre el egoísmo y el sano amor a sí mismo y hacia una distinción clara y precisa entre estos dos conceptos, decía él que el egoísta vive para sí mismo, siempre buscando su comodidad y es capaz de cualquier cosa, incluso de pasar por encima de otros, para satisfacerse y para preservar su comodidad, mientras que quien tiene amor a sí mismo busca su desarrollo pleno, el cual pasa necesariamente por ayudar a otros a que logren lo mismo, es decir, busca su perfección ayudando a otros, con su ejemplo, a ser perfectos.
Naturalmente, como no somos perfectos, sino que aspiramos a la perfección, hay excesos en los extremos de esta actitud. ¿Quién no conoce al perfeccionista cuasi-obsesivo-compulsivo que no perdona ni el mínimo detalle, que es inflexible si no se hacen las cosas como él cree que son perfectas?, ¿o quién no conoce al clásico hay-se-va, a quien le importa un comino los detalles? En ambos casos hay desorden, por exceso o por ausencia.
Sin embargo, examinemos nuestras aspiraciones y siempre encontraremos que deseamos alguna perfección, en las cosas y en las personas que tratamos, y no debemos de perder de vista que también aspiramos nuestra propia plenitud, que es mejor conocida con el mágico nombre de FELICIDAD.
Así es, logramos ser felices en la medida que avanzamos en el camino de nuestro auto perfeccionamiento, de nuestro desarrollo pleno como personas. Cuando alcancemos el modelo ideal que Dios ha establecido para nosotros desde la eternidad, entonces habremos logrado nuestra absoluta felicidad subjetiva.
Entonces, si la Verdad nos conmina diciendo: Sed perfectos… quiere decir que tenemos la obligación de buscar la perfección y esta tendencia aspiracional no es una mera ilusión, sino un deber que cumplido nos hará cada día más felices.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Felicidad, ¿en pareja o en familia?

En los medios hay un doble discurso, por un lado se habla de los valores, de la familia, de la tradición, mientras que por otro se ataca perversamente esos mismos valores, haciendo apología de los esquemas de convivencia que llevan a la disolución de la familia que dicen enaltecer

¿A qué se debe que haya tantos matrimonios fallidos?, ¿familias en descomposición?, ¿madres, y también padres solteros?, ¿a qué se debe tanta violencia intrafamiliar?, ¿qué tiene “bocabajeada” a la célula básica de nuestra sociedad (la familia) y, por lo tanto, a la sociedad misma?
Las respuestas no pueden ser simples, son más bien complejas, sin embargo vamos a explorar una vía de solución que podría antojarse obvia y por ello simplista, pero que si analizamos con cuidado y honestidad, nos puede arrojar grandes cantidades de luz en estos momentos tenebrosos para nuestra vida familiar.
Primero, hay que hacer notar el cambio en los términos: Hoy está de moda hablar de “la relación en pareja”, más que de matrimonio y con mucho mayor énfasis que hablar de la familia como unidad básica social.
Y el cambio de terminología sería irrelevante si no reflejara realmente la postura de los medios masivos de comunicación (tv y cine, principalmente) en cuanto al matrimonio y la familia como instituciones.
Son estos medios masivos los que se encargan de difamar al tradicional matrimonio y a la vida familiar como la conocemos, difundiendo por un lado los clichés negativos (padres golpeadores, viciosos, infieles, madres sobreprotectoras, abnegadas al grado de la pusilanimidad, o manipuladoras y ambiciosas y también infieles, como los hombres) y por otro lado, parejas snobs (hetero y homosexuales, sin hijos y con mucho dinero) que tienen una vida glamorosa que nos presentan como aspiracional y hasta como modelo.
Bajo esta influencia mediática, los jóvenes llegan al noviazgo con una idea deforme del matrimonio y de la familia, si es que llegan a pensar en casarse, pues es cada vez más constante que las nuevas parejas prefieran tener una relación estable pero sin llegar a un compromiso profundo, como el que implica el matrimonio.
Y no se trata de echarle toda la culpa a los medios de comunicación, también es responsabilidad de los padres que son quienes tienen que enseñar con el ejemplo a sus hijos cual es el valor de la familia y la trascendencia del matrimonio.
Ahora bien, el principal error que se difunde en relación al matrimonio y la familia es la idea de que es una carga insoportable, mientras que la simple relación de pareja, sin un vínculo formal, es puro placer y felicidad, con la ventaja de que puede terminar cuando sea gravosa para cualquiera de los integrantes de la pareja, con la opción abierta de poder tener secuencialmente los compañeros o compañeras que libremente se elijan, atendiendo sólo a la necesidad sensible (apetito sexual) de quien cambia de pareja como cambiar de zapatos.
En los medios hay un doble discurso, por un lado se habla de los valores, de la familia, de la tradición, mientras que por otro se ataca perversamente esos mismos valores, haciendo apología de los esquemas de convivencia que llevan a la disolución de la familia que dicen enaltecer.
La vacuna contra este ataque mediático al matrimonio y a la familia es una buena dosis de conocimiento sobre la naturaleza y la finalidad del matrimonio y de la familia.
El matrimonio no es sólo un contrato social, es ante todo un sacramento, es decir un medio o instrumento que tiene virtudes sobrenaturales que nos ayuda a perfeccionarnos como personas, a alcanzar nuestro último fin que es la Felicidad, o sea la posesión completa e inacabable del Bien Absoluto.
La familia es la unidad básica de la sociedad humana cuya finalidad es también el perfeccionamiento de sus integrantes y remotamente, el perfeccionamiento de la sociedad de la que forma parte. Sólo familias sanas, fuertes, unidas y felices, nos pueden dar una sociedad sana, fuerte, unida y feliz.
Nos casamos no sólo para ser felices nosotros mismos, sino para hacer felices a nuestro cónyuge y a nuestros hijos, porque los amamos y porque siendo ellos felices, nosotros seremos felices, esto nos lo dice el sentido común y el espíritu cristiano que todavía perdura en nuestra sociedad.
Desde esta perspectiva, la carga del matrimonio es más llevadera para todos. Pero se requiere dejar de lado el egoísmo y la soberbia, que son dos fuertes hábitos a los que le apuestan quienes abogan por las “relaciones de pareja” y los “nuevos esquemas de convivencia familiar” como alternativas al tradicional matrimonio.
En otra palabras, el matrimonio exige de los cónyuges lo mejor de ellos mismos: su humildad, su fortaleza, su generosidad, su constancia, su fidelidad, su amor espiritual, su desprendimiento y muchas cualidades más de las que una simple “relación de pareja” puede prescindir cuando mejor le convenga, sin mucho freno.
Normalmente la juventud es la etapa del más noble idealismo y si a nuestros hijos les inculcamos el ideal del matrimonio y la familia que los perfecciona, ayudaremos sin duda a crear una mejor sociedad. Pero si permitimos que otros maten esos ideales, los condenaremos a ser parte de las estadísticas de divorcios y violencia intrafamiliar, con la carga emocional negativa que eso implica. ¡Cásate para ser feliz haciendo feliz a tu marido (o a tu esposa) y a tus hijos, ese sería el ideal y el mejor consejo que les podemos dar a nuestros hijos!

La locura de ser granjero

La Farm-Ville-manía tiene su raíz en la necesidad que tenemos de ser mejores y de ser productivos para nosotros y para los demás

¿Será que los sonorenses traemos en la sangre eso de cultivar la tierra? Esa fue mi primer hipótesis al ver la “farm-ville-manía” entre mis conocidos (mujeres y hombres) que de unas semanas para acá viven pendientes de sus tierras virtuales a través de la red social de Facebook. Pero haciendo un poquito de investigación me topé con que el juego Farm Ville, desarrollado por la empresa Zynga, con sede en San Francisco, California, tiene registrados al 1 de octubre de 2009, por lo menos a 51.5 millones de usuarios activos en todo el mundo, de acuerdo a los datos de Inside Social Games.
Según esa fuente, Farm Ville es el juego social número uno, con más del doble de su competidor más cercano Mafia Wars, también de Zynga, que apenas tiene 25 millones de usuarios.
Resulta patente que no es sólo el espíritu “echado pa’delante” que caracteriza a los sonorenses lo que nos tiene prendidos de la granja virtual, sino que el éxito fenomenal del juego radica en algo común a toda la especie humana.
Jugar Farm Ville es simple: Te das de alta en Facebook, autorizas a la aplicación de Zynga a acceder a tus datos de la red social, creas un avatar personalizado y seguido recibes un terreno virtual con cuatro lotes en cultivo o listos para cultivar y comienza “el vicio”. Dispones de un arsenal de semillas y árboles frutales que puedes ir sembrando y cultivando, ganando monedas virtuales y experiencia que te permite avanzar por niveles, ya que las semillas están bloqueadas y se van liberando conforme ganas experiencia.
También puedes ir construyendo infraestructura para tu rancho, graneros y casas de campo están disponibles, según el poder adquisitivo que vayas ganando; puedes decorar la granja con una gran diversidad de afiches, desde cercas, bancos de madera, bicicletas, molinos de viento, espantapájaros, casas para aves, lagos, y hasta globos de aire caliente, etc.
Dispones también de animales varios que hay que cuidar para poder tener una ganancia: vacas, caballos, conejos, gallinas, patos, cerdos, cabras, ovejas y hasta elefantes bebés ¡?.

El poder del éxito
En mi opinión, lo que te atrapa de Farm Ville es esa posibilidad de alcanzar el éxito, al menos virtual, en el corto plazo, no sin esfuerzo y dedicación, mezclada con la ilusión de que somos productivos y útiles para los demás, a los que puedes ayudar en sus granjas o enviándoles regalos, lo que genera un vínculo de solidaridad, en el que el éxito de los demás es también un beneficio para ti, ya que cada vez que alguien es reconocido con galardones, comparte con los demás bonos en monedas virtuales.
Reflexionaba con una amiga “farm-ville-adicta” que si este comportamiento de buscar ayudar a los demás lo lleváramos a la vida real, fuera de la red virtual, nuestra sociedad sería distinta, con mayores oportunidades de crecimiento para todos y en definitiva más avanzada.
Para quienes tienen espíritu competitivo, Farm Ville es un excelente ocasión para probarse contra los demás; para quien no tiene nada que hacer (jubilados, principalmente) esta es una buena terapia ocupacional, preferible a andar gastando la vida en sitios web inmorales o amorales.
Farm Ville puede ser también una escuela para aprender como se debe manejar el dinero, para entender conceptos como la plusvalía, la inversión, el gasto, la ganancia, el ahorro y la responsabilidad social de la empresa, así como para enseñar buenos hábitos como la parsimonia, la constancia, la paciencia, la generosidad y la solidaridad. Sería una buena opción para enseñar a los niños todos estos conceptos y comportamientos.
Aunque el riesgo mayor es que se trata de un juego adictivo, que exige atención y cuidado más o menos constante, que a veces puede desviar la atención de los deberes habituales, ocasionando pérdidas de tiempo, y en consecuencia de dinero (time is money, dicen los primos del norte).
En resumen, este juego saca a flote algunas de nuestras mejores características: la perseverancia, la productividad, la generosidad con los demás, el amor a la tierra (aunque sea virtual) y el deseo radical de ser mejores, verdadero motor de todas nuestras acciones.
Por cierto, necesito más vecinos que quieran recibir regalito todos los días.

jueves, 3 de septiembre de 2009

El doctor House, un espíritu religioso en busca de la verdad

Les compartimos un artículo escrito para ZENIT por el doctor Carlo Bellieni, director del Departamento de Terapia Intensiva Neonatal del Policlínico Universitario de Siena (Italia) y miembro de la Academia Pontificia para la Vida, con el que responde al "Journal of Bioethics" en un debate sobre los valores transmitidos por la serie televisiva "House MD", el médico huraño y brillante que junto a su equipo médico trata de encontrar la explicación a los enigmáticos casos clínicos que llegan al ficticio Hospital Universitario Princeton-Plainsboro de Nueva Jersey.

* * *

Muchos sitios en la red se ocupan de nuestra lectura del fenómeno "House MD", sobre el que hemos escrito recientemente un breve ensayo (House MD: locura y fascinación de película culto. Cantagalli ed). También en la web del estadounidense "Journal of Bioethics", una de las mayores revistas mundiales de Bioética, se habla de ello con sorpresa, en un artículo ("Dr House is pro-life? Just ask the Vatican") que sostiene lo siguiente: "Por su rudo comportamiento, por el desgañitarse contra los pacientes, y por su mantra 'todos mienten', hay que excluir que House se pueda incluir en una cultura pro-vida".
En realidad, en el artículo de "L'Osservatore Romano" al que el sitio de bioética se refiere, yo no hablé de un House pro-vida (House flirtea demasiado --explicaba-- con la idea de aborto o de eutanasia para contarlo entre los pro-vida), sino de una dimensión de House todavía más profunda: el House religioso y vale la pena hacer una reflexión precisamente sobre este malentendido.
¿Cómo es posible que House sea religioso si se declara casi siempre ateo? ¿Cómo es posible, si es a menudo rudo y malo? Preguntarse esto significa no comprender lo que es el sentido religioso, que no es asunto "de buenos", sino paradójicamente es precisamente "asunto de malos" (el cristiano es invitado siempre a reconocer --¡y no formalmente!-- ser más pecador que los demás).
Esto no es "justificacionismo" de los errores, sino sólo recordar que el sentido religioso está en el corazón de todos y que ciertas actitudes lo muestran claramente. El sentido religioso de House es buscar la verdad sabiendo que existe una verdad y que no todo es relativo y fatuo. Y en esta inquietud traslucen signos claros del hecho religioso.
No por casualidad, House trata en un episodio de suicidarse para "ver" qué hay tras la vida terrena, no por casualidad sostiene largas charlas con religiosas y sacerdotes, va a la iglesia a la misa de Navidad, y busca desesperadamente la verdad de los casos que afronta, precisamente por la certeza de que la verdad existe (mientas la cultura actual nos enseña que la verdad no existe), y afirma, frente a una bellísima muchacha: "Un cuerpo así sólo lo puede haber esculpido Dios". Y a la objeción, "¿Pero no eras ateo?", responde: "Se cambia de idea".
No por casualidad, Chase, el ayudante de House se acerca a la fe, no por casualidad House dirá frases como ésta: "Cada vida tiene cualidades", contradiciendo el culto de la "calidad de vida", y también: "¿Es necesario ser religiosos para reconocer que un feto es vida?"; y veremos cómo deja simpáticamente que se burle de él una chica que representa a la Virgen en un nacimiento viviente.

Confundir lo bueno con lo religioso
No nos sorprende que la cultura de hoy confunda lo bueno con lo religioso: se cree que el sentido religioso es un asunto de almas pías y predestinadas a la ascética. Es decir, un asunto de pocos que viven en una dimensión diversa de la de las personas comunes. House puede incluso no ser pro-vida (es decir "bueno") y tener un corazón religioso, porque el sentido religioso no es más que esto: la certeza de que existe la verdad en alguna parte y el deseo de encontrarla. Y no se deja atraer por una mera curiosidad, porque la curiosidad no busca la verdad, ama algo que ya se ha imaginado.
Por otra parte, hay que decir, en honor a la verdad, que muchos signos llamados "pro-vida" emergen en la serie de TV, desde la manita del feto que toca la suya y le impone empezar a llamarlo "niño", hasta los juicios contra la droga (paradójicos en un toxicómano, pero no olvidemos que toma estupefacientes no para "hacer un viaje" sino para vencer el dolor) o la ironía sobre la fecundación heteróloga.
El libro que hemos escrito no ha sido hecho para "enrolar" a House, nadie siente la necesidad de ello, sino para explicar lo que significa de verdad el término "religioso", dado que casi nadie ya lo sabe.
Quien bien lo sabía era paradójicamente quien aborrecía la religión: Friederich Nietzsche, precisamente porque había comprendido que la religión es fundamental para el hombre igual que la ciencia. Y en efecto en "La Gaia Ciencia" las reprueba ambas, porque se basan en la certeza de que la verdad existe y hay que buscarla.
La búsqueda de la verdad es el primer paso de un espíritu religioso; el paso siguiente es la "mendicidad", es decir la petición, y también de esta encontramos signos claros en House, quizá expresada hacia pacientes o hacia sacerdotes, que comprenden y explican que House les provoca precisamente para ser vencido.
La cultura actual "postmoderna" en cambio enseña que la verdad no existe, es inútil buscarla, mucho menos pedirla; que también la ciencia debe ceder las armas frente al subjetivismo (aquello por lo que, si no me conviene, ciertos seres humanos no son personas, a pesar de toda la evidencia científica).
Por tanto, ¡viva House! Viva el espíritu inquieto que, como en el episodio nº 15 de la serie 5 (título: "Infiel"), destruye los clichés construidos contra los sacerdotes de la Iglesia Católica llegando a un fuerte lirismo y a una potencia mística. House está lejos de la visión pro-vida, pero es capaz de estupor, de reconocer la verdad cuando la encuentra; y si lo logra él, también es posible para nosotros.
ROMA, jueves, 3 septiembre 2009 (ZENIT.org)

martes, 25 de agosto de 2009

La persona humana

El ser humano es una persona que se distingue de la persona divina y la persona angélica.
Persona nos hace referencia a dignidad, que quiere decir más o menos valor (Persona viene de prosopon en griego, que significa careta).
Agustín Basave dice que el hombre es más que un ente, es un sobre-ente, que significa ser persona.

Las notas que definen a la persona:
1.- Tiene intimidad, es decir tiene un yo interior.
Existen operaciones inmanentes y operaciones trascendentes.
Las operaciones inmanentes comienzan y terminan en el agente.
Las operaciones trascendentes son aquellas que empiezan en el agente, pero terminan en un paciente.
La intimidad tiene que ver con las operaciones inmanentes. Es el área de mí ser al que sólo yo y Dios tenemos acceso.
Los seres humanos somos seres enclaustrados.
Hay un mundo interior en cada uno de nosotros, somos un microcosmos.
Somos individuales.
Existe en este mundo interior la dinámica por la cual cambiamos, aunque permanecemos los mismos sustancialmente.
De la consideración del microcosmos se puede llegar a la valoración de la persona como alguien especial e interesante.
La creatividad surge del mundo interior de cada persona y así se crea la cultura.
“La creatividad es organizar la realidad para generar un producto que antes no existía”.
La intimidad es el origen de la privacidad.
El nombre juega un papel importante en la intimidad, porque el nombre identifica las características individuales.
La intimidad es nuestro fuerte, nuestra fortaleza, en la que sólo Dios y yo podemos penetrar.

2.- La manifestación. Soy intimidad, pero tengo que manifestarla porque soy también cuerpo.
Nos vamos a manifestar primeramente a través del lenguaje. Somos seres dialógicos, según Basave.
No podemos no comunicarnos.
Comunicar es donar, es participar. Por el medio que más compartimos es a través de la mirada, por eso cuando hay enojo con el otro, le negamos la vista.
La intimidad la reclamamos para el alma, pero también es para el cuerpo y por eso nos vestimos. Nos vestimos contra el clima, pero la principal es por la intimidad y además porque necesitamos identificarnos y diferenciarnos de los demás.
Cuando dejamos que se descubra nuestra intimidad nos causa vergüenza.

3.- Donación o el dar. Esta nota nos hace capaces del amor. De darnos a los demás.

PERSONA es substancia individua de naturaleza racional dotada de libertad, autoconciencia, voluntad y un fin propio.
Es individua por razón de la intimidad.
Nuestro primer principio operativo es la inteligencia, eso significa que es de naturaleza racional.
La autoconciencia te permite manifestarte. La voluntad es la tendencia para el bien de la persona. El fin propio es la felicidad. La libertad es la capacidad de autodeterminarse para alcanzar la felicidad.

lunes, 24 de agosto de 2009

La dimensión social del hombre

Para ser felices, tenemos que estar en el camino de la perfección, es decir, si no me actualizo como ser humano, nunca voy a ser feliz. Nuestras potencias tienen que actualizarse para que nuestra naturaleza no se frustre.
La perfección es la virtud (el bien obrar), porque a través de estas se actualizan nuestras potencias intelectuales y sensibles.
Con la prudencia, la fortaleza y la templanza estoy bien conmigo mismo y con la justicia estoy bien con los demás. La prudencia es utilizar bien nuestro intelecto para hacer las mejores elecciones.
“El hombre virtuoso es el hombre feliz”, Aristóteles.
El ser humano por naturaleza es social. De otra manera no puede llegar a la perfección.
“El que no puede vivir en comunidad o no necesita nada porque es autosuficiente o no es miembro de la sociedad, sino una bestia o un dios”. Aristóteles.
Nuestra esencia está encerrada, somos seres enclaustrados, aunque somos también seres abiertos en cuanto necesitamos a los demás para coexistir, somos paradójicos.
Necesitamos a los demás, no sólo en lo básico, sino en todo, los necesitamos en todo, todo, todo.
Necesitamos la sociedad para perfeccionarnos y para que nos enseñe a ser felices.
Las relaciones interpersonales no son accidentes de los que podamos prescindir. Las personas con las que nos relacionamos son accidentales, no así las relaciones mismas.
Cuando hablamos de sociedad, de política y de ciudad, hablamos de lo mismo, porque todo tiene que ver con el bien común.
El fin de la sociedad, según Aristóteles, es que cada persona sea feliz. Es más importante el individuo que la sociedad en su totalidad. La sociedad es un ente accidental, conformado con entes individuales, no necesariamente compuesta por las personas que la forman.
Los bienes de la vida social son: La justicia, el respeto a la ley, la seguridad, la educación y los valores.

El contrato social
En el siglo XVII y XVIII surgen ideas contrarias, como las de Juan Jacobo Rosseau, que escribió el Contrato social, quien afirma que el ser humano no es social por naturaleza, sino que se asoció por cuestiones de seguridad para defenderse de los animales y de otros hombres, perdiendo libertad a cambio de la seguridad.
Otro autor que niega la naturaleza de la sociedad es Tomás Hobbes que afirma que en el ser humano, la única naturaleza es el instinto de conservación y por eso se reune para poder defenderse de los demás, por lo tanto se fundaron ciudades organizadas para proteger a la especie.
John Locke afirma que el ser humano es una criatura de Dios y por lo tanto está obligado a conservar la vida que Dios le dio, porque no es suya, pero además tiene que cuidar la vida de los demás, pero resulta que el hombre puede o no cumplir con este deber de conservar la vida, por lo tanto hay que reunirnos en ciudades con una autoridad que garantice el cumplimiento de este deber.
Esta posibilidad es una carencia de la naturaleza, por lo cual es necesario el contrato social.
Para los tres filósofos mencionados, el contrato social es una conveniencia, no derivada de la naturaleza misma del hombre.
Las consecuencias de estos pensamientos se pueden sintetizar en que la libertad hoy es un poder del individuo, mi derecho termina donde empieza los derechos del vecino, pero esto engendra el egoísmo, individualismo, en una sociedad donde cada persona es una isla, donde se privilegia lo privado sobre los social en exceso, sin mayor interés en el bienestar común.

Dentro del mundo social hay otra división:
- Sexualidad
- Matrimonio
- Familia
Cuando hablamos de sexualidad nos referimos al género de las personas, la sexualidad trasciende al cuerpo, el ser completo es hombre o es mujer.
Hombre y mujer son complementarios y sólo de su unión depende la pervivencia de la especie por la generación de la prole.
Y parte de un enamoramiento que es donación. Cuando se obvia esta donación y se va por sólo el sexo, descendemos al nivel de los animales irracionales, siguiendo sólo los instintos.
El matrimonio debe permanecer porque la prole necesita de los padres, no sólo para las cuestiones materiales, sino para la educación de los hijos que dura toda la vida, obligación que nunca cesa, además como matrimonio es el modelo ejemplar de los hijos.
También debe permanecer porque la pareja es un apoyo fundamental para alcanzar el fin último que es la felicidad.
Matrimonio más la prole, igual a la familia. La familia tiene su función social, debe ser una familia virtuosa. Es obligación del matrimonio educar a los hijos para que ayuden a cumplir el fin de la sociedad. Por ello la formación es de vital importancia.

Crecimiento de la persona

Tenemos que saber qué somos para ver a dónde vamos.
Crecer es expandirse.
Crecimiento = Desarrollo de todas las facultades.
Si hay que ponderar alguna facultad, que sean las facultades espirituales a las que se les dé mayor importancia sobre las facultades sensibles.
Tenemos que formar hábitos, que son comportamientos repetidos de manera subconciente. Funcionamos a través de hábitos que son disposiciones que facilitan el obrar.
Tenemos hábitos buenos y malos. Los buenos se llaman virtudes y los malos, vicios.
El crecimiento es eliminar los malos hábitos o vicios. Los vicios son aquellos hábitos que nos alejan de la racionalidad. Los vicios son del cuerpo, pero también del espíritu. Vicios del cuerpo son: fumar, el alcohol, la droga, comida en exceso, el sexo desmedido.
Vicios espirituales son: La mediocridad, la pereza, la pusilinamidad, la mentira, la ignorancia culpable, la soberbia, entre otros muchos.
Los vicios también nos alejan de la felicidad, porque nos apartan del camino del bien y nos quitan la paz interior y finalmente nos alejan del fin último que es Dios.
Los hábitos se forman a través de la educación en valores y comienza en la familia, desde el nacimiento hasta la muerte; luego entonces la educación es un proceso únicamente aplicable al ser humano.

Valores y virtudes
Los valores son las cualidades de las cosas, de los entes, por el sólo hecho de ser, el ente es valioso. En la cosa está el fundamento del valor y en el sujeto está el apetito que descubre el valor de la cosa.
El sujeto es también creador de valor, pues da valor a muchas cosas que quizás no lo tengan objetivamente.
Los valores no existen separados de las cosas. Las virtudes son los valores encarnados, en cuanto las personas hacen suyos los valores y actuan con conforme a ellos y se convierten en una vivencia.
La virtud es un hábito bueno que perfecciona y nos hace caer dentro de nuestra naturaleza racional. Los hábitos se forman por la repetición, son muy difíciles de formar y también de remover, aunque los malos hábitos se forman fácilmente. Una vez formado el buen hábito, resulta placentero.

Virtudes cardinales o hábitos operativos

Prudencia.- Es la recta razón en el obrar, tenemos que pensar antes de actuar, hablar y de tomar decisiones. Todo lo que hacemos tiene consecuencias. Tomar decisiones es muy difícil y lo mejor es tomar consejo de los expertos y de los prudentes. Tenemos que reflexionar y analizar la conveniencia, si es bueno o malo, para luego actuar.
Cuando no se toma consejo, se cae en la precipitación y cuando se toma consejo, pero no se toma en cuenta, se cae en la inconsideración, y si no se toma acción se cae en la incosistencia.

Justicia.- Es de carácter netamente social y se trata de dar a cada quien lo que le corresponde, ni más ni menos. Si da más es generosidad y da de menos es injusticia.
La justicia comienza con uno mismo, por ejemplo, la conservación de la propia vida, debemos amarnos, luchar por nuestro perfeccionamiento como persona porque en esa medida vamos a ser más felices.
La justicia para nuestra familia implica amor, respeto, tiempo, educación, fidelidad, implica valoración de nuestros parientes más cercanos. Reconocer que los amamos y expresar ese sentimiento. De nada sirve estar en la casa en calidad de bulto, viendo la tele, sin compartir. La justicia para el prójimo es caridad, respeto, amabilidad, reconocer la dignidad de los demás, ser generosos, dar hasta que duela, la única forma de ser generoso es abrir la mano.
A los padres les debemos, amor, reverencia, comprensión, etc.
Para Dios, nuestro deber es sumisión: Amor, obediencia, aceptación.

Fortaleza.- Robustecer la voluntad. Es el ingrediente principal del éxito. Consiste en resistir y emprender. Resistir los problemas de la vida. La paciencia y la magnanimidad, la magnificencia, la perseverancia, la constancia, entre otras, forman parte de la fortaleza y sus vicios opuestos son la inconstancia, la no perseverancia, la inconstancia, la pusilinamidad, la mediocridad, la impaciencia, la tacañería.
Emprender implica proyectar grandes obras.

Templanza.- Es la virtud que modera todos los placeres: comer, beber, sexo, etc. Se refiere a los placeres sensibles del tacto y del gusto.

La voluntad

Es una facultad espiritual, es un apetito o tendencia hacia el bien concebido por la inteligencia.
Para tender a un bien, necesariamente tenemos que conocer el bien como tal.
Cuando hablamos de apetito, hablamos de amor, que en este caso es lo mismo que querer.
El objeto de la voluntad es el bien aprehendido. Esto significa que:
A).- La Voluntad no tiene un órgano, ya que es una facultad espiritual que reside en el alma. Sabemos que es una facultad espiritual por la capacidad de reflexión, es decir, porque queremos querer.
B).- Necesitamos conocer el Bien para quererlo. Nadie ama lo que no conoce.
C).- Nadie quiere el mal. La voluntad no es libre en cuanto a su objeto. Somos esclavos en querer el BIEN ABSOLUTO e INFINITO que es DIOS.
Dios es el Bien Objetivo
Felicidad es el Bien Subjetivo
La Voluntad es la base de los otros actos humanos. Todo lo que se haga (o mucho) irá movido por la voluntad.

Relación entre la Voluntad y la Inteligencia
La inteligencia tiende al bien abstracto, mientras la voluntad tiende al bien concreto.
Santo Tomás dice que la inteligencia es superior que la voluntad en cuanto a facultad, pero en cuanto a sus objetos:
- Si el objeto es inferior al alma, más vale conocer que querer y así es superior la inteligencia.
- Si el objeto es superior al alma, más vale amar que conocer y en este sentido es superior la voluntad.
- Si el objeto es igual ontológicamente al alma, lo mejor es amar que conocer.
Entre la inteligencia y la voluntad se da un círculo, porque entre más conoce el alma, más ama lo que conoce y más lo quiere conocer.

La libertad

¿Es libre el hombre? Si sí, ¿qué tanto?
La voluntad está determinada al bien, por lo tanto no es absolutamente libre. La voluntad siempre va a querer el bien, pero es libre para elegir los medios para alcanzar el bien. No estamos obligados a elegir los medios, pero siempre buscamos el bien, incluso aunque sea bien aparente.
La libertad es una modalidad de la voluntad, es decir, es un modo de ser, por lo tanto la libertad radica en la voluntad, mientras que la espiritualidad es la raíz de la libertad, ya que es un modo de ser de la voluntad.
Para ser libres, necesitamos tener conciencia. La pura materia sin conciencia no es libre, está condicionada por su naturaleza.
Tenemos varias manifestaciones de la libertad: Libertad psicológica, física (movimiento), de expresión, etc. y toda ellas radican en la voluntad.
La libertad psicológica no puede ser coartada sino sólo por enfermedad.
Por conciencia sabemos que somos libres, cada elección que hacemos nos grita nuestra libertad, mientras que nuestra moralidad nos señala que hay leyes que se deben cumplir pero que se asumen o no libremente, ambas circunstancias son argumentos que demuestran nuestra libertad.
Hay corrientes filosóficas denominados determinismo, algunas tienen algo de razón pero la mayoría se equivocan al negar la libertad del hombre y afirmar que su conducta y pensamiento humano están determinados por una cadena de causa-efecto.
Si realmente nuestro pensamiento y nuestras acciones estuvieran determinados, no habría responsabilidad de nuestros actos, lo que nos lleva a…
1.- Determinismo biológico: Robert Dawkins, afirma que al final lo importante son nuestros genes que son inteligentes, y al final no importa el individuo, sino que al final lo que importa es que sobreviva el gen.
Entre los deterministas biológicos están los que consideran al temperamento como el factor que determina nuestras acciones de manera absoluta.
En ambas posturas, hay algo de verdad, ya que si tenemos algunas características superiores por cuestión genética.
2.- Determinismo teológico, sostenido por los calvinistas, que afirman que si Dios sabe desde siempre los que vas a hacer, entonces no hay libertad, porque entonces Dios sería la causas de las acciones.
3.- Determinismo psicológico, sostiene que los que nos pase en la infancia nos va a determinar para nuestras acciones del futuro. Nuestro accionar dependerá entonces de nuestra educación, pero principalmente de nuestro inconsciente que se analiza a través del psicoanálisis (Freud).
4.- Determinismo Social que enseña que las personas repiten las acciones que aprende en la sociedad donde crecen.

¿Qué tan libres somos?
No somos absolutamente libres, porque no somos causa de nosotros mismos.
Tenemos limitaciones psicológicas, físicas y morales. Hay cosas que aunque queramos no podemos hacer o dejar de hacer. Nuestras facultades motoras son limitadas.
En cuanto a lo psicológico no podemos conocer y quererlo todo y en cuanto a la libertad moral hay acciones que sabemos que están mal y aunque las hagamos nunca serán buenas.
Tenemos limitación ontológica, ya que mi esencia va a limitar mi naturaleza. Somos seres finitos, con naturaleza determinada, pero de cualquier forma somos libres y esa libertad nos alcanza para alcanzar el fin y para autodeterminarnos.

Felicidad como paz interior

Le estuve dando vueltas durante varios días al asunto de cómo encarar un escrito que hablase sobre la felicidad, sin decidirme a nada, hasta que se me ocurrió hacer una pequeña encuesta de salida, esas que están de moda, para ver qué concepto tiene la gente sobre lo que es la felicidad.
Lo primero que encontré es que a la gente le pasó lo que a mí a la hora de pensar en desarrollar este artículo: Se quedaron “pasmados” ante la pregunta ¿para ti que es la felicidad?
Salvo un filosofo, que no me acordaba que era filósofo (o al menos, egresado de la Licenciatura de Filosofía) que me contestó a boca de jarro con una definición de esas que se aprenden de machete, todas las demás personas se sintieron perplejas sobre el punto en cuestión y de entrada la respuesta general fue un silencio o el clásico “me agarras desprevenido”.
Nada tiene que ver con que los haya interrumpido a media jornada laboral, para ponerlos a filosofar, creo más bien que tiene que ver con el concepto mismo de felicidad que nos obliga a hacer una reflexión más o menos profunda sobre lo que es ser feliz y cómo podemos lograrlo.
Me di cuenta de que el concepto de felicidad no es evidente inmediatamente, sino que definirlo requiere introspección y requiere también un conocimiento empírico sobre el cual hacer conjeturas, sin ser experto filósofo.
Otro detalle que encontré es que las personas a las que encuesté coinciden más o menos, de bote pronto, en dar un concepto sobre la felicidad que versa sobre la paz interior, es decir, el estar bien con uno mismo, con la familia y con Dios.
La muestra fue muy pequeña (pequeñísima) y no vale para sacar conclusiones, fue más bien un pretexto para enforcar este escrito sobre la felicidad, aunque en principio la respuesta que encontré se acerca mucho al concepto filosófico de la felicidad que podríamos definir como la posesión y disfrute del bien absoluto.

Pero, ¿qué es la felicidad?
Decimos que la felicidad es la causa final del hombre, puesto que nuestra naturaleza racional determina que somos y que podemos ser, es decir, nos marca un rumbo y un sentido de vida que se dirige determinadamente al bien.
Podemos decir que la felicidad es la paz interior que te da el saber que cumples con tu deber, y este sentido, mis encuestados le dan en el clavo con sus ideas espontáneas.
La paz interior se entiende como serenidad, complacencia, tranquilidad en el orden justo (Sto. Tomas).
Aunque generalmente se entiende felicidad como alegría, eso es incorrecto ya que la alegría es momentánea y es además una pasión, mientras que la tranquilidad es una constante, un modo de ser, es trabajar.
Más aún, la felicidad depende del conocimiento del bien y de la búsqueda de ese bien.
Ser feliz no implica ausencia de problemas, ya que la vida es una constante lucha con el mundo que nos rodea, sino que ser feliz es amar lo que hacemos en medio del mundo, con el mundo, y aun en contra del mundo, pues la paz interior eleva nuestra capacidad para lidiar con los problemas de la vida.
Reforzando la idea, la felicidad subjetiva no depende de nada exterior, es un hecho meramente interior, casi podría decir que es una decisión de permanecer unidos al bien.

Conoce para ser feliz
El conocimiento es el fundamento de la felicidad, puesto que para alcanzar el bien, tenemos que saber dónde está y qué es, por lo cual si nuestro conocimiento es deficiente o errado, buscamos un “bien aparente” que nos lleva a la felicidad momentánea y parcial, o a la pura alegría pasajera. Podemos decir que el éxito es hacer lo quieres hacer pero bien hecho, con paz interior, aunque la felicidad absoluta no es posible en esta vida, ya que el bien absoluto es Dios y sólo es asequible en la eternidad.
Ahora bien, ¿cómo podemos ser felices en esta vida?
Habría que partir de nuestra naturaleza: Como animales racionales, tenemos dos apetitos, el sensible, que va encaminado al bienestar del cuerpo y el apetito intelectual, que es la voluntad o la tendencia del alma al bien.
El deber ser (el fin) es la perfección del hombre en todas sus potencias, espirituales, corporales e incluso vegetativas, así pues, las potencias intelectivas del ser humano se perfeccionan utilizándolas, conociendo y amando, mientras que las potencias sensitivas se perfeccionan a través de la virtud. El hombre virtuoso es un hombre feliz (Aristóteles).
La virtud no es un medio para alcanzar la felicidad, sino un deber de naturaleza.
Las virtudes principales de que disponemos para alcanzar nuestro perfeccionamiento y consecuentemente nuestra felicidad son cuatro: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza.
La prudencia es la recta razón en el obrar, es regirse por la inteligencia, pensar antes de actuar y antes de decidir. Analizar las implicaciones de nuestros actos. Es usar nuestro primer acto de operación (la razón), dominando las pasiones. Siendo prudente es más fácil practicar la justicia, la fortaleza y la templanza.
La justicia es completamente de orden social. Es dar a cada quien lo que le corresponda. Debemos hacernos justicia a nosotros mismos, amándonos y dándonos lo que nos merecemos.
Fortaleza es enardecer la voluntad para alcanzar el bien. Esta es la base del éxito, pues implica soportar y arremeter en la luchar contra la mediocridad, pero también contra la terquedad.
La templanza es el dominio del placer. Hay que ser dueños del placer y no esclavos. Se refiere específicamente al sexo, al comer y el beber, que son los tres placeres que más esclavizan al hombre. (Se incluyen las drogas, el alcohol, el cigarro, las apuestas, etc.).
Todas estas virtudes se derivan de nuestra naturaleza, así pues, cuando vamos contra la naturaleza (o contra estas virtudes) nos rebajamos y vamos contra el fin que nos marca dicha naturaleza y en consecuencia, perdemos el sentido de vida y al final somos infelices, profundamente infelices.
En la actualidad hay muchas tendencias ideológicas que afirman que el hombre no es libre, o bien, que es libre y puede actuar incluso contra su naturaleza.
Estas formas de pensar llevadas a la acción son la fuente del malestar generalizado de la sociedad, que se refleja en el incremento de violencia de todo género (intrafamiliar, interpersonal, crimen organizado, conflictos bélicos, violencia de ficción, hambre, pobreza, exterminios raciales, abortos, etc., etc.) y en la desesperación existencial, como la de los famosos “emos” y tribus anexas, conexas y similares, dignos practicantes ingenuos del nihilismo.El tema de la felicidad es demasiado profundo y dar para mucho más, pero por el momento, aquí le dejamos. Sean felices, sean virtuosos.

Ensayo: Liderazgo en la familia

Introducción
En el entorno caótico como el que nos ha tocado vivir en las últimas décadas del siglo XX y la primera del siglo XXI, es común escuchar de crisis en todos los órdenes de la actividad humana, ya se trate de crisis económica, de la ambiental, la pobreza, la hambruna, las enfermedades, la violencia en sus distintos niveles, desde la intrafamiliar hasta guerras fratricidas, pasando por abortos, narcotráfico, secuestros, fraudes, todos estos fenómenos destructivos que pueden sintetizarse en la llamada crisis de valores y más precisamente en una auténtica crisis de fe[1], entendida ésta como el abandono más o menos conciente del conjunto de verdades fundamentales que dan sentido a la vida misma.
En este contexto, la familia, célula básica de la sociedad humana, también se encuentra en crisis, sometida a presiones externas (pro-gays, pro-divorcio, pro-aborto) e internas (violencia intrafamiliar, infidelidad, promiscuidad, machismo, feminismo, hedonismo, egoísmo y muchos ismos más) que la han ido desplazando del centro neurálgico de la actividad humana para dejarla como un mero accidente marginal, cuya influencia benéfica cada vez es menor.
Como digo, creo que radicalmente se trata de una crisis de fe y entiendo que la solución de éste y los demás problemas que menciono se deben buscar precisamente en el ámbito de la fe, sin embargo, el objetivo de este ensayo no es analizar la problemática desde ese punto de vista, sino plantear al menos una opción racional[2] que nos ayude a preservar esa institución fundamental que es la familia frente a tantas amenazas.
Se plantea el liderazgo como una herramienta básica para lograr un cambio que fortalezca a la familia, pues como dice Alfonso Siliceo Aguilar, “los ámbitos de mayor impacto en nuestra vida … dependen de las decisiones que tomen aquellos a quienes llamamos líderes”[3].
Es necesario pues que los padres de familia (hombre y mujer por igual) asuman el liderazgo de la institución humana más importante, no sólo que ejerzan poder en el seno familiar, sino que cumplan con todas las funciones que caracterizan al verdadero liderazgo para dar sustento a una sociedad mejor que cumpla con el perfeccionamiento de los individuos.
Coloquialmente hablamos de “jefes de familia”, pero necesitamos cambiar nuestra visión del papel que juegan los progenitores o quienes estén al frente de la célula familiar para entender que no es suficiente con que sean “jefes”, sino que necesitan visualizarse como líderes efectivos de su familia. Veremos las diferencias entre ser jefe y ser líder, así como cuáles son las actitudes, habilidades, valores y cualidades que como líderes deben tener y ejercer.

Conceptos básicos
El diccionario Espasa Calpe define la familia como el grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas o en lugares diferentes, y especialmente el formado por el matrimonio y los hijos.
En este escrito nos referimos principalmente a la familia entendida estrictamente como la formada por el matrimonio y los hijos, a la que consideramos el núcleo básico de la sociedad humana de todos los tiempos, aunque lo que digamos para ella puede y debe aplicarse para otros grupos de personas con relaciones familiares diversas (primos, tíos, abuelos, parientes políticos, etc.) pero que viven en común y en las que siempre hay una figura de autoridad. Usaremos solamente, por simplificar, el término padre (como singular de padres) para referirnos tanto al papá como a la mamá indistintamente, pues el liderazgo recae tanto en el hombre como en la mujer integrantes de matrimonio.
Siguiendo a Aníbal Basurto Amparano, en su libro Sistema Empresa Inteligente, entendemos el liderazgo como la capacidad de la persona humana para definir cómo debería ser el futuro y compartir esa visión con sus seguidores a los que inspira para lograrla, a pesar de los obstáculos.[4]
El liderazgo puede ser visto como capacidad o potencia, que es como lo anotamos en el parágrafo precedente, pero también se puede concebir como acción, ya que el líder lo es sólo en cuanto tiene seguidores. Esta relación líder-seguidor es el verdadero motor del liderazgo.[5]
Es evidente entonces, que la familia como institución humana tiene los elementos suficientes para que en ella se dé la relación líder-seguidor, junto con el ejercicio de todas las acciones que distinguen a los verdaderos líderes.
De hecho la literatura revisada siempre habla del liderazgo en la familia, pero sin llegar a profundizar en el tema.

Modelo de liderazgo
Liderazgo providencial es un concepto desarrollado como base del Sistema Empresa Inteligente por Aníbal Basurto y se refiere a aquel en el cual “el dirigente de la organización siente una sincera preocupación por las personas que dirige, a las que sirve pronta y generosamente, procurando siempre que crezcan como personas y profesionales”[6].
Según Basurto Amparano, este tipo de liderazgo providencial tiene como motivación un amor patriótico (patria=lugar común de los padres) pues, siguiendo al filósofo Giovanni Papinni, lo considera como el amor más puro que existe, en comparación con otros amores como el fraternal, el filial, el conyugal o el amor de amistad (entre amigos)[7].
Así pues, si este tipo de motivación sirve para establecer un liderazgo providencial efectivo en las organizaciones profesionales, es evidente que debe ser con más razón el soporte para crear un liderazgo providencial en las familias, donde se da naturalmente dicho amor patriótico o amor de padre por sus hijos.
Este liderazgo providencial es equiparable al que propone Alfonso Siliceo Aguilar en su libro Liderazgo: el don del servicio, pues ambos parten de considerar al amor como sinónimo de servir y al liderazgo como la máxima expresión del servicio.

Cómo debe ser el padre líder
El perfil que los padres tienen que buscar cumplir para ser auténticos líderes de su familia consta de varias conductas y cualidades que se pueden agrupar en tres categorías: De actitud, de inspiración y de interrelación[8].
Siliceo Aguilar agrupa como actitudes la generosidad, por la cual el líder se da enteramente por el bien de sus hijos y su cónyuge; la valentía, con la que afronta todos los riesgos y peligros que se derivan de ser la cabeza de familia; la convicción o creencia firme en el futuro y en el valor de las personas; la sabiduría, que es el resultado de constante estudio de la realidad que nos rodea y de la experiencia que convergen en “la integración armónica y equilibrada de las inteligencias emocional y racional”[9].
Las cualidades de inspiración que un líder debe tener son la motivación, que nace de tener claro cual es la meta que se persigue, para sí y para los integrantes de la familia; pasión, que es una fuerza interior que nos permite hacer las cosas sin medias tintas, es decir al 100%, con entrega; congruencia que es la correspondencia exacta entre lo que pensamos y lo que hacemos; de donde nace la credibilidad y la integridad, que “consiste en tener el valor y la disciplina de vivir de acuerdo con nuestras convicciones y principios más profundos, aun frente a las situaciones más difíciles” y por último la fe y esperanza, por la cual el líder cree y espera un futuro mejor.
Las cualidades de interrelación del líder son la disposición y presencia, o sea estar ahí cuando la familia lo necesita; la comunicación, que es compartir, no sólo tiempo, sino ideas y valores; capacidad de escuchar, es fundamental para poder comunicarse efectivamente; convencimiento y negociación, que también se derivan de la comunicación pues tienen que con la capacidad lograr adhesión y encontrar puntos de mutuo beneficio que sirvan de impulso para avanzar en el perfeccionamiento de la familia.

¿Jefes o líderes de familia?
Hacer una distinción clara y precisa entre estos dos conceptos, líder y jefe, que tienden a confundirse en el lenguaje común, es de vital importancia para el buen funcionamiento de las organizaciones humanas, en este caso para la familia.
Y la razón es de peso, pues la diferencia entre los líderes y los jefes es radical y efectiva, en cuanto el liderazgo y la jefatura proceden de raíces diferentes y generan efectos diversos.
El padre de familia naturalmente (radicalmente) es el jefe de familia por su posición dentro de la organización, mientras que desgraciadamente no siempre se desempeña como líder, aunque debe aspirar a convertirse en uno, en base a su autoridad moral, por sus propios méritos y por la influencia benéfica que debe ejercer sobre sus seguidores (sus hijos y su cónyuge).
Puede ser, y en muchas ocasiones lo es, que el padre sea también el líder y cuando es así sabe ejercer mejor que nadie el poder formal de que goza para el beneficio de la familia.
¿Como podemos saber si sólo somos jefes de familia, sin ser líderes? Basurto Amparano explica algunas características que distinguen un rol del otro, por ejemplo que el “jefazo” ignora lo que significa dirigir, a lo más se limita a mandar.
Hay que apuntar que entre dirigir y mandar existe el conocimiento: el que dirige sabe cómo se tienen que hacer las cosas y es un apoyo efectivo para quien las tiene que hacer; mientras que al que manda no le importa cómo se hagan, sólo espera resultados, sin poner nada de su parte para que se cumplan los objetivos señalados.
En contraposición, dice Basurto Amparano, el líder es guía de su equipo (léase familia), aguanta con paciencia el proceso de aprendizaje de sus seguidores, es en realidad un maestro, más exactamente un líder maestro.
Por ejemplo, el simple jefe de familia exige buen rendimiento escolar, pero no se tomará la molestia de ayudar a sus hijos a estudiar o a hacer tareas, mientras que el padre de familia que se asume como líder, estará ahí, codo con codo, para guiar a sus hijos, asesorarlos y lo que es más importante, formarlos como buenos estudiantes y buenas personas.

Trato y relación
Otra diferencia fundamental entre el líder y el “jefazo” que analiza Aníbal Basurto, está en el trato y las relaciones humanas que entablan con los integrantes de su familia.
El padre líder es sencillo, gentil, pronto, de gran aproximación con las personas en general y cuantimás con sus hijos y cónyuge, y es así porque tiene una autoestima sana, gracias a un cierto nivel de sabiduría que ha ganado con todo el conocimiento acumulado solícitamente a lo largo de su vida, mientras el “jefazo” es frecuentemente un ignorante del comportamiento humano, lo que lo vuelve un insensible, déspota y soberbio con sus hijos y esposa (o).
El “jefazo” tiene problemas de autoestima que manifiesta pintando su raya al exigir respeto exagerado[10], y además se mantiene distante de los demás integrantes de su familia para evitar que vean sus lados flacos, por miedo a perder su “poder”.
Con el padre líder, el trato es fino, suave, es fácil hacerle ver cuando se equivoca, porque es humilde, conocedor de la naturaleza humana y no se hace ilusiones de ser perfecto, además de que es clemente con las fallas y deficiencias naturales de sus vástagos, sin ser complaciente.
Con el “jefazo”, para los hijos o su cónyuge es punto menos que imposible hacerle ver sus yerros, aunque el “jefazo” también tiene un trato suave y fino, pero sólo con sus jefes laborales, con quien es todo miel sobre hojuelas, y sólo a veces con su familia, para quienes más bien reserva la bota de punta dura.

Servicio
Para el padre líder, la frase “amar es servir”, no es demagogia, es la realidad en que enmarca toda su actividad y por lo tanto trabaja para compartir este paradigma con su familia y para orientarlos a que aprendan a servirse entre sí y a las personas que los rodean, sobre todo trabaja dando ejemplo, sirviendo a todos.
Para el “jefazo”, la palabra servir sólo tiene sentido cuando es servil con sus “jefazos” o si el mismo se sirve con la cuchara grande o cuando espera que todos en la casa lo sirvan como al amo y señor, en cualquier otro contexto dicha palabra carece de significado.

Visión y trascendencia
Aníbal Basurto especifica que mientras el “jefazo” vive enfrascado en el hoy, el líder tiene una visión de futuro.
El “jefazo” de familia frecuentemente se embota con el trabajo cuando ha llegado a su nivel de incompetencia y por ello necesita desesperadamente demostrar que hace algo, por eso su relación con los subordinados, tanto en su trabajo como en su casa, se basa en medir, supervisar, exigir; por su misma ignorancia, no comprende el futuro.
Mientras, el padre líder usa el futuro como motor de la familia, de manera que todo lo que emprende tiene una finalidad hacia delante y tiene como fundamento los valores, el conocimiento, las habilidades y las actitudes que va desarrollando en sus hijos, por lo que sus relaciones con ellos están basadas en el crecimiento personal que van logrando.
Para el “jefazo” de familia, trascendencia es una palabra hueca y podríamos pensar que hasta de carácter oculto, cuyo significado se le escapa, mientras que el padre líder hace que su visión trascienda a través de sus enseñanzas e incluso la hace ir más allá del límite de su propia vida, pues quiere que sus hijos realmente trasciendan en la vida.

Conclusión
Es imperativo entonces que los padres de familia entiendan que la posición de poder formal en que los ha colocado la naturaleza (que los hace jefes de familia) no es suficiente para lograr que su familia alcance la felicidad de cada uno de sus integrantes, sino que ellos deben tomar en sus manos ese poder formal y convertirlo en un liderazgo auténtico que tenga como base el amor y el servicio, así como el ejemplo de una vida enfocada al crecimiento personal de cada integrante de la unidad familiar.
La sociedad necesita líderes íntegros que la saquen de la espiral destructiva que vive y es la familia el lugar idóneo donde debe comenzar la formación de esos líderes, pero primero los padres de familia necesitan trabajar en sí mismos para poder ser a su vez formadores.
Nadie da lo que no tiene, no podemos esperar tener mujeres y hombres de bien que nos guíen como líderes, si primero no nos convertimos a nosotros mismos en mujeres y hombres de bien que formen a sus hijos con esa misma noble finalidad.
[1] Fe se toma aquí como el conjunto de verdades reveladas y por lo tanto sobrenaturales que dan respuesta cumplida a las inquietudes más profundas del ser humano, tales como ¿para qué existimos?, ¿cuál es nuestro destino?, ¿cómo lograr ser feliz?, etc., todas contenidas en la religión. [2] Usamos racional, no en contraposición a la fe, sino como sinónimo de humano (hombre=animal racional).
[3] Siliceo Aguilar Alfonso, Bernardo G.-Angulo Belloc y Fernando Siliceo Fernández. Liderazgo:
el don del servicio. Editorial McGraw-Hill
[4] Basurto Amparano Aníbal. Sistema Empresa Inteligente.
[5] Basurto Amparano, Op. Cit.
[6] Basurto Amparano, Op. Cit.
[7] Cfr. Basurto Amparano, Op. Cit.
[8] Cfr. Siliceo Aguilar, Op. Cit.
[9] Siliceo Aguilar, Op. Cit.
[10] Aunque el respeto de los hijos a los padres nunca será exagerado, el problema es que la baja autoestima del “jefazo” lo hace ser ultrasensible y sobrerreaccionar con cualquier actitud que él considere una “ofensa” o falta de respeto, por mínima que sea, objetivamente hablando.

¿Líder o “jefazo”?

Hacer una distinción clara y precisa entre estos dos conceptos, líder y jefe, que tienden a confundirse en el lenguaje común, es de vital importancia para el buen funcionamiento de las organizaciones humanas, cualquiera que sea su naturaleza y el ámbito en que se desenvuelvan.
Y la razón es de peso, pues la diferencia entre los líderes y los jefes (o “jefazos”, como peyorativamente los denomina el experto Anibal Basurto Amparano en su libro Sistema Empresa Inteligente) es radical y efectiva, en cuanto proceden de raíces diferentes y generan efectos diversos.
El “jefazo”, dice Anibal Basurto, los es (radicalmente) por posición dentro de la organización, es decir, porque es el dueño o es el gerente o tiene algún cargo de poder formal o por nombramiento, mientras el líder lo es por autoridad moral, por sus propios méritos, por la influencia benéfica que ejerce sobre sus seguidores.
Puede ser, y en muchas ocasiones lo es, que el líder también tenga una posición formal de poder, que sabe ejercer mejor que nadie para el beneficio de la organización, aunque a veces no tenga ese poder formal.
Basurto Amparano explica, en su libro antes citado, que el “jefazo” ignora lo que significa dirigir, a lo más se límita a mandar.
Hay que apuntar que entre dirigir y mandar existe el abismo del conocimiento: el que dirige sabe cómo se tienen que hacer las cosas y es un apoyo efectivo para el asociado que las tiene que hacer; mientras que al que manda no le importa cómo se hagan, sólo espera resultados, sin poner nada de su parte para que se cumplan los objetivos señalados.
En contraposición, dice Basurto Amparano, el líder es guía de su equipo, aguanta con paciencia el proceso de aprendizaje de sus seguidores, es en realidad un maestro, más precisamente, un líder maestro.

Trato y relación
Otra diferencia fundamental entre el líder y el “jefazo” que analiza Anibal Basurto, está en el trato y las relaciones humanas que entablan con su equipo de trabajo.
El líder es sencillo, gentil, pronto, de gran aproximación con las personas, en base a una autoestima sana, gracias a un cierto nivel de sabiduria que ha ganado con todo el conocimiento acumulado solícitamente a lo largo de su vida, mientras el “jefazo” es frecuentemente un ignorante del comportamiento humano, lo que lo vuelve un insensible, déspota y soberbio con sus subordinados.
El “jefazo” tiene problemas de autoestima que manifiesta pintando su raya al exigir respeto exagerado, y además se mantiene distante de los colaboradores para evitar que vean sus lados flacos, por miedo a perder su “poder”.
Con el líder, el trato es fino, suave, es fácil hacerle ver cuando se equivoca, porque es humilde, conocedor de la naturaleza humana y no se hace ilusiones de ser perfecto, mientras que con el “jefazo”, para el subordinado es punto menos que imposible hacerle ver sus yerros, aunque el “jefazo” también tiene un trato suave y fino, pero sólo con sus jefes, con quien es todo miel sobre ojuelas, nunca con los subalternos, para quienes reservan la bota de punta dura.

Servicio y clientes
Para el líder, la frase “el cliente es lo más importante”, no es demagogia, es la realidad en que enmarca toda su operación y por lo tanto trabaja para compartir este paradigma con sus colaboradores y para orientar a toda la organización hacia esta brillante meta de servir al cliente, al que ve como persona, no sólo como ganancias.
Para el “jefazo”, la palabra servir sólo tiene sentido si sirve a sus “jefazos” servilmente o si el mismo se sirve con la cuchara grande, en cualquier otro contexto carece de significado, además de que para él, el cliente es sólo un ser orgánico animado que es muy latoso, que le quita tiempo y sólo le da dolores de cabeza.

Visión y trascendencia
Anibal Basurto especifica que mientras el “jefazo” vive enfrascado en el hoy, el líder tiene una visión de futuro.
El “jefazo” frecuentemente se embota con la operación cuando ha llegado a su nivel de incompetencia y por ello necesita desesperadamente demostrar que hace algo, por eso su relación con los subordinados se basa en medir, supervisar, exigir; por su misma ignorancia, no comprende el futuro.
Mientras, el líder usa el futuro como motor de la organización, de manera que todo lo que emprende tiene una finalidad hacia delante y la operación tiene como fundamento los valores, el conocimiento, las habilidades y las actitudes que va desarrollando en sus seguidores, por lo que sus relaciones con ellos están basadas en el crecimiento personal que van logrando.
Para el “jefazo”, trascendencia es una palabra hueca y podríamos pensar que hasta de carácter esotérico, cuyo significado se le escapa, mientras que el líder hace que su visión trascienda a través de sus enseñanzas e incluso la hace ir más allá del límite de su propia vida.Resulta entonces que “jefazos” y líderes son dos especies distintas, que se diferencian por sus fines y sus acciones, aun cuando conviven en el mismo tiempo y a veces en el mismo espacio. Falta ahora saber si quienes comandan nuestras organizaciones son viles “jefazos” o auténticos líderes. Ustedes juzguen.