miércoles, 20 de marzo de 2013

Calidad y perfección


La calidad es una palabra de moda en nuestros días, y según los expertos se trata de una herramienta para evaluar las características de los productos y servicios que hay disponibles en el mercado.
Desde mi punto de vista, habría que equiparar a la calidad con la perfección que el producto o servicio debe tener de acuerdo a la finalidad atribuida por el creador del mismo o a la finalidad que el usuario quiere darle.
Es decir, cuando buscamos calidad, en realidad buscamos seres con mayor perfección de acuerdo a un modelo mental que nos hemos impuesto; a mayor perfección, mayor calidad.
Hay que destacar que la calidad equiparada a la perfección va directamente unida a la finalidad, objetivamente al propósito con que se diseña un producto o servicio y subjetivamente a la finalidad que busca el cliente. Si el objeto cumple perfectamente el fin para el que se ideo y el fin que busca quien lo usa, entonces sin duda es un objeto de calidad.
En la medida que un producto o servicio se aleja del fin designado para él, en esa medida se vuelve mediocre o de mala calidad.
La calidad es un tema complejo porque se refiere al ser de los objetos, que entre más simples son más perfectos, de ahí que la multiplicidad de características exija el desarrollo de sistemas cada vez más complicados para medir y asegurar la calidad de las obras humanas.
Ahora bien, en el mundo empresarial, la calidad de las organizaciones tiene varias vertientes, entre las cuales la principal es la que se refiere al liderazgo, pues ahí comienza toda la historia del perfeccionamiento de la empresa, ya que este factor es el que da la pauta para tener personal de calidad, que a su vez se encarga de generar productos o servicios de calidad.
En otras palabras, la calidad del producto depende causalmente de la calidad de los recursos humanos que a su vez dependen de la calidad del liderazgo.
Quizás parezca verdad de Perogrullo, pero si los clientes están inconformes con la calidad de los productos o servicios de una organización, antes de que los líderes la tomen contra el personal, tendrían que hacer un serio examen de conciencia para saber en que aspecto de su liderazgo carecen de calidad.
Un sistema no es suficiente para asegurar la calidad de los productos o servicios, que irremediablemente pasan por las manos de personas que son susceptibles de mayor o menor calidad.
El éxito de las franquicias y las empresas tradicionales de calidad, radica en el liderazgo de quienes hace que se ejecuten los sistemas.
La calidad es un anhelo profundamente humano, en tanto que somos seres inacabados que vivimos de cara a una perfección que nos llama desde las eternas riberas, no es de extrañar que estemos dispuestos a pagar y muy bien por ella.

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