La calidad
es una palabra de moda en nuestros días, y según los expertos se trata de una
herramienta para evaluar las características de los productos y servicios que
hay disponibles en el mercado.
Desde mi
punto de vista, habría que equiparar a la calidad con la perfección que el
producto o servicio debe tener de acuerdo a la finalidad atribuida por el
creador del mismo o a la finalidad que el usuario quiere darle.
Es decir,
cuando buscamos calidad, en realidad buscamos seres con mayor perfección de
acuerdo a un modelo mental que nos hemos impuesto; a mayor perfección, mayor
calidad.
Hay que
destacar que la calidad equiparada a la perfección va directamente unida a la
finalidad, objetivamente al propósito con que se diseña un producto o servicio
y subjetivamente a la finalidad que busca el cliente. Si el objeto cumple
perfectamente el fin para el que se ideo y el fin que busca quien lo usa,
entonces sin duda es un objeto de calidad.
En la
medida que un producto o servicio se aleja del fin designado para él, en esa
medida se vuelve mediocre o de mala calidad.
La calidad
es un tema complejo porque se refiere al ser de los objetos, que entre más
simples son más perfectos, de ahí que la multiplicidad de características exija
el desarrollo de sistemas cada vez más complicados para medir y asegurar la
calidad de las obras humanas.
Ahora bien,
en el mundo empresarial, la calidad de las organizaciones tiene varias
vertientes, entre las cuales la principal es la que se refiere al liderazgo,
pues ahí comienza toda la historia del perfeccionamiento de la empresa, ya que
este factor es el que da la pauta para tener personal de calidad, que a su vez
se encarga de generar productos o servicios de calidad.
En otras
palabras, la calidad del producto depende causalmente de la calidad de los
recursos humanos que a su vez dependen de la calidad del liderazgo.
Quizás
parezca verdad de Perogrullo, pero si los clientes están inconformes con la
calidad de los productos o servicios de una organización, antes de que los
líderes la tomen contra el personal, tendrían que hacer un serio examen de
conciencia para saber en que aspecto de su liderazgo carecen de calidad.
Un sistema
no es suficiente para asegurar la calidad de los productos o servicios, que
irremediablemente pasan por las manos de personas que son susceptibles de mayor
o menor calidad.
El éxito de
las franquicias y las empresas tradicionales de calidad, radica en el liderazgo
de quienes hace que se ejecuten los sistemas.
La calidad
es un anhelo profundamente humano, en tanto que somos seres inacabados que
vivimos de cara a una perfección que nos llama desde las eternas riberas, no es
de extrañar que estemos dispuestos a pagar y muy bien por ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario