miércoles, 7 de octubre de 2009

La locura de ser granjero

La Farm-Ville-manía tiene su raíz en la necesidad que tenemos de ser mejores y de ser productivos para nosotros y para los demás

¿Será que los sonorenses traemos en la sangre eso de cultivar la tierra? Esa fue mi primer hipótesis al ver la “farm-ville-manía” entre mis conocidos (mujeres y hombres) que de unas semanas para acá viven pendientes de sus tierras virtuales a través de la red social de Facebook. Pero haciendo un poquito de investigación me topé con que el juego Farm Ville, desarrollado por la empresa Zynga, con sede en San Francisco, California, tiene registrados al 1 de octubre de 2009, por lo menos a 51.5 millones de usuarios activos en todo el mundo, de acuerdo a los datos de Inside Social Games.
Según esa fuente, Farm Ville es el juego social número uno, con más del doble de su competidor más cercano Mafia Wars, también de Zynga, que apenas tiene 25 millones de usuarios.
Resulta patente que no es sólo el espíritu “echado pa’delante” que caracteriza a los sonorenses lo que nos tiene prendidos de la granja virtual, sino que el éxito fenomenal del juego radica en algo común a toda la especie humana.
Jugar Farm Ville es simple: Te das de alta en Facebook, autorizas a la aplicación de Zynga a acceder a tus datos de la red social, creas un avatar personalizado y seguido recibes un terreno virtual con cuatro lotes en cultivo o listos para cultivar y comienza “el vicio”. Dispones de un arsenal de semillas y árboles frutales que puedes ir sembrando y cultivando, ganando monedas virtuales y experiencia que te permite avanzar por niveles, ya que las semillas están bloqueadas y se van liberando conforme ganas experiencia.
También puedes ir construyendo infraestructura para tu rancho, graneros y casas de campo están disponibles, según el poder adquisitivo que vayas ganando; puedes decorar la granja con una gran diversidad de afiches, desde cercas, bancos de madera, bicicletas, molinos de viento, espantapájaros, casas para aves, lagos, y hasta globos de aire caliente, etc.
Dispones también de animales varios que hay que cuidar para poder tener una ganancia: vacas, caballos, conejos, gallinas, patos, cerdos, cabras, ovejas y hasta elefantes bebés ¡?.

El poder del éxito
En mi opinión, lo que te atrapa de Farm Ville es esa posibilidad de alcanzar el éxito, al menos virtual, en el corto plazo, no sin esfuerzo y dedicación, mezclada con la ilusión de que somos productivos y útiles para los demás, a los que puedes ayudar en sus granjas o enviándoles regalos, lo que genera un vínculo de solidaridad, en el que el éxito de los demás es también un beneficio para ti, ya que cada vez que alguien es reconocido con galardones, comparte con los demás bonos en monedas virtuales.
Reflexionaba con una amiga “farm-ville-adicta” que si este comportamiento de buscar ayudar a los demás lo lleváramos a la vida real, fuera de la red virtual, nuestra sociedad sería distinta, con mayores oportunidades de crecimiento para todos y en definitiva más avanzada.
Para quienes tienen espíritu competitivo, Farm Ville es un excelente ocasión para probarse contra los demás; para quien no tiene nada que hacer (jubilados, principalmente) esta es una buena terapia ocupacional, preferible a andar gastando la vida en sitios web inmorales o amorales.
Farm Ville puede ser también una escuela para aprender como se debe manejar el dinero, para entender conceptos como la plusvalía, la inversión, el gasto, la ganancia, el ahorro y la responsabilidad social de la empresa, así como para enseñar buenos hábitos como la parsimonia, la constancia, la paciencia, la generosidad y la solidaridad. Sería una buena opción para enseñar a los niños todos estos conceptos y comportamientos.
Aunque el riesgo mayor es que se trata de un juego adictivo, que exige atención y cuidado más o menos constante, que a veces puede desviar la atención de los deberes habituales, ocasionando pérdidas de tiempo, y en consecuencia de dinero (time is money, dicen los primos del norte).
En resumen, este juego saca a flote algunas de nuestras mejores características: la perseverancia, la productividad, la generosidad con los demás, el amor a la tierra (aunque sea virtual) y el deseo radical de ser mejores, verdadero motor de todas nuestras acciones.
Por cierto, necesito más vecinos que quieran recibir regalito todos los días.

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